miércoles, 6 de febrero de 2008

FELICES LOS MANSOS

"Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad" Mateo 5:5

Alejandro tuvo un gran maestro, Aristóteles, el filósofo griego nacido en Estagira. Se dice de Aristóteles que su mente conocía toda la ciencia que había en su época. Era un investigador profundo de la naturaleza. Realizó investigaciones casi en todos los campos del conocimiento humano: física, astronomía, música, ética, política, etc. Aristóteles fue un aventajado discípulo de otro filósofo de gran renombre, Platón, al cual no dudó en contradecir proclamando: "Soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad". Por su gran prestigio intelectual Aristóteles fue nombrado profesor del príncipe Alejandro. Pero a Alejandro no le atraían mucho los intereses de su maestro. Seguro que se dormía profundamente en las clases en que Aristóteles disertaba sobre lógica y ética. Digo esto, porque cuando su padre murió y él asumió el reino, no se interesó tanto por difundir la ciencia y la cultura como por entregarse por completo a su gran pasión: la guerra. Le encantaba asediar ciudades, era un apasionado de apoderarse de las riquezas de otros pueblos, era excelente en la planificación estratégica para lograr resonantes victorias. Arrasó pueblos y sometió a millares de personas. Con la sóla mención de su nombre temblaban los reyes más poderosos. Tenía apenas treinta y tres años cuando ya era dueño de todo el mundo. Por todas sus hazañas, la historia lo recuerda como Alejandro el Grande.
Indudablemente nos sentimos admirados por hombres como Alejandro el Grande. Es que los seres humanos admiramos a los poderosos y violentos. Las páginas de la historia están repletas de hombres que conquistaron reinos, cuyas manos están manchadas con sangre de millares de personas. Sentimos una especie de atracción fatal por héroes violentos´y siempre fue así. Al mismo tiempo, sentimos que ser manso no es un ideal a alcanzar. Ahora podemos entender el impacto de las palabras de Jesús en su auditorio original: "Felices los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad". Los judíos esperaban un Mesías libertador capaz de derrotar a todos sus enemigos, la idea de ser mansos les parecía una cobardía. Incluso los discípulos no llegaron a entender esta declaración de su maestro, hasta el final tenían la idea que Jesús reinaría soberano sobre el trono de Israel.
¿A qué se refiere Jesús al decir "felices los mansos"? Vamos a definir la mansedumbre como "mantener el yo bajo control". Es decir, mansa es aquella persona que mantiene la serenidad en medio de la tormenta. Manso es aquél que cuando todos son llevados por el pánico, se mantiene firme y confiado en el poder de Dios. Manso es aquél que no responde con injurias cuando es injuriado. Manso es aquél que mantiene su cólera bajo control. En resumen, mansedumbre es la virtud por la cual entregamos nuestra voluntad, nuestras emociones y nuestras pasiones a la voluntad del Espíritu de Dios. Ahora bien, si hay alguien que puede valorar la mansedumbre es aquél que no puede contener su ira y como consecuencia de eso ha lastimado a su familia, o ha perdido el empleo, o ha destruído su propio bienestar. A veces es suficiente con algunos instantes de ira para acarrear pérdidas incalculables.
Esta bienaventuranza está describiendo el carácter del verdadero discípulo de Jesucristo. Él dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". La mansedumbre es una prueba irrefutable de una auténtica fortaleza de carácter. Nos equivocamos cuando pensamos que alguien que pierde continuamente el control y deja paso a la ira es porque tiene "un carácter fuerte". Es mentira, la verdadera fortaleza de carácter está en el dominio de nuestras pasiones, en mantener bajo control emociones autodestructivas. Aquél que fácilmente es presa de la ira y el enojo no es fuerte de carácter, al contrario, es débil porque es gobernado por su ira.
Jesús explicó que los mansos recibirán la tierra por heredad. La heredad es algo a lo que se tiene derecho por ser hijo. Mientras en este mundo los violentos conquistan tierras que no les corresponden, en el reino de los cielos los mansos recibirán la tierra por ser hijos de Dios.

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