"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos..." (Salmos 1:1).
La búsqueda de la felicidad es común a todo ser humano. Todos queremos encontrar la felicidad, donde quiera que ella se encuentra. Sólo que todos tenemos un concepto diferente de lo que es felicidad. Por ejemplo, para un andinista no hay mayor felicidad que la de alcanzar la cumbre nevada que toda su vida ha tratado de alcanzar. Algunos fanáticos del fútbol han descrito un partido de fútbol como "el mejor pretexto para ser feliz durante noventa minutos" (Interesante que para ser felices necesiten de un pretexto). Incluso quienes se entregan en hábitos perniciosos lo hacen en vista de alcanzar su felicidad. Así como cada ser humano trata de defender su propia verdad, cada quien trata de encontrar su modo de ser feliz. ¿Será entonces que la felicidad es algo que cada quien puede definir a su modo? La Biblia, en este primer salmo, declara enfáticamente dos cosas: dónde no se encuentra la felicidad y dónde se encuentra la felicidad.
Veamos primero dónde no se encuentra la felicidad. Dice la escritura que no se encuentra en el consejo de los malos. Creo que cada uno de nosotros ha buscado consejo en algún momento de su vida, en esos momentos encontraremos que hay muchos que están dispuestos para aconsejar, pero pocos que estén capacitados para hacerlo. Un mal consejo puede ocasionar terribles males, incluso puede llevar al aconsejado a su ruina y destrucción; y un buen consejo puede significar no sólo salir del problema sino encontrar el rumbo correcto para la vida. Pero así como no puede haber un mal consejo de un buen consejero, tampoco puede salir un buen consejo de un mal consejero. Porque lo que define a un buen consejero es precisamente la capacidad de dar buenos consejos. Ahora cómo reconocer quién es un buen consejero. Sin duda es un aspecto crucial para nuestra felicidad. Alguien podría decir: "fácil, un buen consejero es quien me aprecia y desea lo mejor para mí, y un mal consejero es quien no me aprecia y quiere destruirme". Pero esta no es una fórmula infalible. Muchas personas bienintencionadas pueden conducir una vida al despeñadero. Acuérdate de Simón Pedro, él realmente amaba a Jesús y sus intenciones eran sinceras cuando le dice a Jesús: "Señor, ten compasión de ti, no necesitas ir a enfrentar la muerte en Jerusalén". Jesús le dice: "Apártate de mí Satanás". Es decir, hasta las personas que más nos aman y tienen las mejores intenciones para nosotros puede dar consejos del mismo Satanás, para destrucción de nuestras vidas. De manera que el buen consejero no es necesariamente quien dice amarnos más. También puede dar caso que sólo escuchemos consejos de personas que piensan como nosotros, en tal caso no necesitamos consejo, sino alguien que nos diga lo que queremos escuchar.
A estas alturas puedes estar preguntándote ¿Cómo puedo saber quién es el mejor consejero? Pues bien en primer lugar, debes buscar la persona adecuada para el tipo de consejo que requieres. Por ejemplo, si necesitas un consejo respecto a tu salud, no vas a buscar al plomero, sino a quien realmente te puede ayudar, un médico. Si necesitas una dieta para adelgazar, la persona adecuada es quien conoce mejor sobre el asunto: un nutricionista. Si necesitas un consejo para refaccionar tu casa, es seguro que un albañil será quien mejor te ayudará. Si tienes un problema de matemáticas que no puedes resolver, seguro que un matemático podrá ayudarte. Es decir, frente a un problema lo primero que tienes que preguntarme es ¿Quién es un experto en este tema? ¿Quien conoce bien sobre este asunto?. Ahora, lo segundo también es importante: debes tener confianza en esa persona. Por ejemplo, ¿te pondrías en manos de un cirujano que de cada tres operaciones, dos no le salen bien? ¿O que pasa si te das cuenta que el albañil sólo quiere aprovecharse de ti cobrándote mucho más de lo razonable? Estoy seguro que buscarías personas que te inspiren mayor confianza. Lo mismo se puede aplicar en otros ámbitos de la vida. Un buen consejero es la persona con más conocimiento en el tema en que necesitas consejo y que además le tienes mucha confianza. Si eres joven y tienes un serio problema emocional o espiritual ¿Serán tus amigos los más adecuados para ofrecerte un consejo? Claro que no, ellos están en la misma situación. Tienes que buscar alguien de confianza con mayor experiencia y conocimiento de la vida.
Ahora, si de lo que se trata es de encontrar la felicidad, lo mejor es buscar aquél que más felicidad trajo a este mundo. El que hizo felices a tantas personas es el mejor para ayudarte a ser feliz. Busca a Jesús y espera su consejo. No te contentes con un consejero inferior. Jesús vino a este mundo y sabe cuáles son nuestras mayores dificultades. El enfrentó todas las pruebas imaginables. No se trata de alguien que no haya pasado por este mundo sin tentación, al contrario, fue tentado en todo pero nunca pecó, fue victorioso. ¿Quieres tener una vida victoriosa? Entonces acude al campeón de los victoriosos, entra en comunión con él. Jesús te enseñará cómo transitar por esta vida siendo un vencedor, y hallarás en él la verdadera felicidad.
La búsqueda de la felicidad es común a todo ser humano. Todos queremos encontrar la felicidad, donde quiera que ella se encuentra. Sólo que todos tenemos un concepto diferente de lo que es felicidad. Por ejemplo, para un andinista no hay mayor felicidad que la de alcanzar la cumbre nevada que toda su vida ha tratado de alcanzar. Algunos fanáticos del fútbol han descrito un partido de fútbol como "el mejor pretexto para ser feliz durante noventa minutos" (Interesante que para ser felices necesiten de un pretexto). Incluso quienes se entregan en hábitos perniciosos lo hacen en vista de alcanzar su felicidad. Así como cada ser humano trata de defender su propia verdad, cada quien trata de encontrar su modo de ser feliz. ¿Será entonces que la felicidad es algo que cada quien puede definir a su modo? La Biblia, en este primer salmo, declara enfáticamente dos cosas: dónde no se encuentra la felicidad y dónde se encuentra la felicidad.
Veamos primero dónde no se encuentra la felicidad. Dice la escritura que no se encuentra en el consejo de los malos. Creo que cada uno de nosotros ha buscado consejo en algún momento de su vida, en esos momentos encontraremos que hay muchos que están dispuestos para aconsejar, pero pocos que estén capacitados para hacerlo. Un mal consejo puede ocasionar terribles males, incluso puede llevar al aconsejado a su ruina y destrucción; y un buen consejo puede significar no sólo salir del problema sino encontrar el rumbo correcto para la vida. Pero así como no puede haber un mal consejo de un buen consejero, tampoco puede salir un buen consejo de un mal consejero. Porque lo que define a un buen consejero es precisamente la capacidad de dar buenos consejos. Ahora cómo reconocer quién es un buen consejero. Sin duda es un aspecto crucial para nuestra felicidad. Alguien podría decir: "fácil, un buen consejero es quien me aprecia y desea lo mejor para mí, y un mal consejero es quien no me aprecia y quiere destruirme". Pero esta no es una fórmula infalible. Muchas personas bienintencionadas pueden conducir una vida al despeñadero. Acuérdate de Simón Pedro, él realmente amaba a Jesús y sus intenciones eran sinceras cuando le dice a Jesús: "Señor, ten compasión de ti, no necesitas ir a enfrentar la muerte en Jerusalén". Jesús le dice: "Apártate de mí Satanás". Es decir, hasta las personas que más nos aman y tienen las mejores intenciones para nosotros puede dar consejos del mismo Satanás, para destrucción de nuestras vidas. De manera que el buen consejero no es necesariamente quien dice amarnos más. También puede dar caso que sólo escuchemos consejos de personas que piensan como nosotros, en tal caso no necesitamos consejo, sino alguien que nos diga lo que queremos escuchar.
A estas alturas puedes estar preguntándote ¿Cómo puedo saber quién es el mejor consejero? Pues bien en primer lugar, debes buscar la persona adecuada para el tipo de consejo que requieres. Por ejemplo, si necesitas un consejo respecto a tu salud, no vas a buscar al plomero, sino a quien realmente te puede ayudar, un médico. Si necesitas una dieta para adelgazar, la persona adecuada es quien conoce mejor sobre el asunto: un nutricionista. Si necesitas un consejo para refaccionar tu casa, es seguro que un albañil será quien mejor te ayudará. Si tienes un problema de matemáticas que no puedes resolver, seguro que un matemático podrá ayudarte. Es decir, frente a un problema lo primero que tienes que preguntarme es ¿Quién es un experto en este tema? ¿Quien conoce bien sobre este asunto?. Ahora, lo segundo también es importante: debes tener confianza en esa persona. Por ejemplo, ¿te pondrías en manos de un cirujano que de cada tres operaciones, dos no le salen bien? ¿O que pasa si te das cuenta que el albañil sólo quiere aprovecharse de ti cobrándote mucho más de lo razonable? Estoy seguro que buscarías personas que te inspiren mayor confianza. Lo mismo se puede aplicar en otros ámbitos de la vida. Un buen consejero es la persona con más conocimiento en el tema en que necesitas consejo y que además le tienes mucha confianza. Si eres joven y tienes un serio problema emocional o espiritual ¿Serán tus amigos los más adecuados para ofrecerte un consejo? Claro que no, ellos están en la misma situación. Tienes que buscar alguien de confianza con mayor experiencia y conocimiento de la vida.
Ahora, si de lo que se trata es de encontrar la felicidad, lo mejor es buscar aquél que más felicidad trajo a este mundo. El que hizo felices a tantas personas es el mejor para ayudarte a ser feliz. Busca a Jesús y espera su consejo. No te contentes con un consejero inferior. Jesús vino a este mundo y sabe cuáles son nuestras mayores dificultades. El enfrentó todas las pruebas imaginables. No se trata de alguien que no haya pasado por este mundo sin tentación, al contrario, fue tentado en todo pero nunca pecó, fue victorioso. ¿Quieres tener una vida victoriosa? Entonces acude al campeón de los victoriosos, entra en comunión con él. Jesús te enseñará cómo transitar por esta vida siendo un vencedor, y hallarás en él la verdadera felicidad.
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