jueves, 21 de febrero de 2008

CONFLICTOS ENTRE HERMANOS


"Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente." (Génesis 37:1-4)


Jacob había sido muy feliz en el hogar de sus padre. Había sido el hijo predilecto de su madre desde que nació. A diferencia de su hermano que le gustaba la caza, Jacob disfrutaba de estar en casa y ayudar a su madre. Su vida cambió mucho cuando obtuvo, con engaño, la bendición que estaba destinada al hijo primogénito. Allí comenzó una penosa peregrinación: tuvo que huir de la furia de su hermano, fue engañado por Labán, que le entregó por esposa a una mujer a quien no amaba, trabajó muchos años sin ver el fruto de su esfuerzo, y durante años no pudo estar con sus padres. Finalmente, hizo las paces con su hermano y regresó a ver a su padre ya anciano. En la última etapa de su vida, Jacob moraba en la tierra de Canaán. Finalmente había regresado a su hogar y era el heredero de las bendiciones que habían sido prometidas a Abraham y repetidas a Isaac.

A pesar de todo el sufrimiento que tuvo que enfrentar, Jacob no aprendió de los errores de sus padres por tener hijos preferidos. Jacob amó a José más que al resto de sus hijos. Posiblemente tenía razones válidas para tener esa preferencia, pero sus afectos por José eran tan evidentes que todos lo habían notado. Como consecuencia se había creado un ambiente familiar negativo. Reinaban la envidia y el resentimiento. Sin duda, los errores que cometemos como padres tienen un gran impacto en la vida de nuestros hijos. Necesitamos pedir sabiduría a Dios para poder ser padres según su corazón.
¿Te imaginas cómo era el hogar de Jacób? Parece que se había convertido en un lugar desagradable. Los gritos y las recriminaciones reinaban en la familia. La peleas cotidianas daban lugar a muchas lágrimas secretas. Lo peor de todo es que Jacob parecía no estar al tanto de lo que ocurría con su familia, al contrario, las cosas sólo empeoraron cuando le regaló a José una túnica muy cara. Como padres, estamos llamados a dar amor a nuestros hijos sin manifestar preferencias. Cada hijo es especial, y necesita del afecto de sus padres. Debemos estar atentos a nuestros actos, para no cometer errores cuyas consecuencias podrían ser nefastas para nuestras familias.

No hay comentarios: