miércoles, 6 de febrero de 2008

LIBERTAD EN MEDIO DE LA ESCLAVITUD


"Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor" (Filemón 15,16).

Desde la noche horrenda y oscura de la era de la esclavitud, nos llega esta extraordinaria historia de solidaridad y valores humanos. Onésimo nació como un esclavo. Muy probablemente sus padres también fueron esclavos. La única vida que conoció fue la vida de un esclavo, y no se podía llamar vida a la vida de un esclavo, ya que su única obligación era satisfacer los deseos de su amo. Pero, todo ser humano anhela ser libre, hasta los esclavos quieren conquistar sus propios sueños y Onésimo no era diferente, el sueño de libertad inundó su angustiado corazón. Puedo imaginarlo día tras día tras día y noche tras noche planificando cada detalle de su fuga. La idea de ser un hombre libre era demasiado embriagadora.
El asunto es que un pensamiento muy acariciado en el corazón termina por transfomarse en acto. Onésimo huyó de la casa de su amo Filemón, robándole algún dinero para poder sobrevivir mientras encontraba algo que hacer. Su plan aunque no era malo, era poco original y tenía muy pocas probabilidades de éxito: iría a Roma y se mezclaría entre la muchedumbre para no ser descubierto hasta conseguir construir una vida al margen de su propio pasado.Se dio cuenta que la libertad era magnífica pero que tenía también un costo alto pues siendo esclavo nunca le faltaba el alimento, pero como fugitivo no era fácil conseguirlo. No sabemos cuáles fueron sus peripecias en su viaje de Colosas a Roma. Pero sabemos la dureza de la ley romana para castigar a los esclavos fugitivo: la muerte en la cruz, y si era perdonado por su amo, llevaría una "F" de fugitivo para siempre en la frente. Así que no es difícil imaginar las tribulaciones del fugitivo en su largo viaje.
Lo que nunca imaginó Onésimo es que su vida estaba siendo guiada paso a paso para tener un encuentro con Dios. En Roma se encontró con Pablo quien le predicó el evangelio. Fue cautivado por el amor de Jesús, su corazón se conmovió y lo aceptó como su Salvador personal. Sus pecados fueron perdonados y ahora tenía una vida transformada. Sin embargo, todavía tenía algunas cosas que arreglar de su vida pasada. El apóstol le hizo ver que era necesario que arreglase sus cuentas pendientes. Es allí cuando Pablo escribe una carta para Filemón intercediendo por Onésimo quién además sería el que llevaría el mensaje a su amo en la ciudad de Colosas. Con mucho tacto el anciano apóstol pide a Filemón que acepte de nuevo a su antiguo esclavo. Puedo imaginar a Onésimo, con la carta en la mano, corriendo para encontrarse con la esclavitud. No importaba más lo que tendría que enfrentar, pues ahora voluntariamente se había hecho esclavo de Jesucristo, y así, paradójicamente, se encontró con la auténtica libertad.

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