lunes, 4 de febrero de 2008

TRES VALORES QUE MEJORAN NUESTRAS PALABRAS


"Procuró el predicador hallar palabras agradables, y escribir rectamente palabras de verdad" (Eclesiastés 12:10).

El texto de hoy nos enseña tres importantes valores que un hijo de Dios debe cultivar: la belleza, la rectitud y la verdad. Mi corazón se siente conmovido ante estas tres gigantescas palabras: belleza, rectitud y verdad. Estas palabras han seducido a los mayores pensadores de la humanidad a tal punto que han dado origen a tres grandes disciplinas de la filosofía: la estética, la axiología y la gnoseología. Salomón, inspirado por Dios, nos dice que aquellos que desean compartir la palabra de Dios deben procurar estas tres cualidades. Algunas preguntas vienen inmediatamente a mi mente: ¿Cual es el significado bíblico de estas palabras?¿Por qué son necesarias estas cualidades? ¿Dónde podemos encontrarlas? ¿Cómo podemos adquirirlas?
Me parece necesario empezar por advertir que la manera de expresar nuestros pensamientos es muy diferente a la de un israelita del tiempo de Salomón. Nosotros empezamos, por lo general, con el concepto más importante y seguimos hasta el menos importante. Un israelita hacía exactamente lo contrario: empezaba por el concepto menos importante y finalizaba por el más importante. Esto quiere decir que cuando Salomón nos dice que debemos buscar la belleza, la rectitud y la verdad; está diciéndonos que nuestra búsqueda debe empezar por la verdad, luego la rectitud y finalmente la belleza.
La Palabra de Dios nos dice que tenemos que buscar la verdad. Esto es vital para un cristiano porque en los tiempos en que vivimos muchos niegan que exista la verdad. Ahora la moda intelectual es sostener que no existe la verdad absoluta y que cada quien tiene derecho a tener su propia verdad y nadie tiene el derecho de condenarlo. "Todo es relativo" dicen con certeza absoluta los campeones del escepticismo, mientras miran con pretendida compasión y mal disimulada soberbia a quienes creemos que hay un Dios y la verdad habita en él. Es cierto que cada uno es dueño de su verdad, pero eso no significa que "su" verdad sea verdadera. Si yo creo que soy Superman eso no significa que vaya a volar. Si creo que mi corbata es de acero eso no significa que pueda usarla como una palanca. Si creo que soy Napoleón eso no significa que el ejército de Francia quiera obedecerme, lo más probable es que mi jefe crea que estoy necesitando urgentes vacaciones en alguna clínica psiquiátrica. Es una locura este asunto de que no existe la verdad y es deprimente la condición humana, porque lo único que puede darle un cimiento sólido a la existencia es la posesión de la verdad y eso es precisamente lo que el hombre trata de evitar. Jesús dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". No debemos pasarnos la vida tratando de construir nuestra propia verdad, la verdad existe en Jesucristo. Si eres un sincero buscador de la verdad, encontrarás lo que tanto estás buscando en la figura maravillosa de Jesús.
Otra cualidad necesaria para el cristiano es la rectitud. En realidad una persona no debería llamarse cristiana si no busca la rectitud, porque es la búsqueda de la rectitud lo que define mejor a un cristiano. Sólo que la rectitud sólo puede ser encontrada después de haber encontrado la Verdad. Es un camino equivocado y una trampa el tratar de encontrar la rectitud sin haber encontrado y aceptado la Verdad, que es Jesucristo. La rectitud implica andar conforme a los mandamientos de Jesús. Recta es aquella persona que actúa conforme a los principios de la Verdad. En una reunión de la iglesia, había un hombre que había llegado de muy lejos y estaba escuchando el sermón, el predicador estaba hablando de la ley de Dios y este hombre se sintió ofendido y salió en medio del sermón. Luego se acercó al pastor y le dijo que el día que había aceptado a Jesús había llegado a ser perfecto, por lo tanto ya no necesitaba la Biblia, porque Dios le decía directamente que es lo que tenía que hacer. Este hombre colocaba su propia imaginación por encima de los preceptos de la Palabra de Dios. No es eso lo que Dios quiere de nosotros, su voluntad se encuentra claramente expresada en su Palabra y nunca podremos vivir rectamente si nos alejamos de los principios contenidos en ella. Sin conocer la verdad es imposible que pueda obrar rectamente. Es una trampa mortal del enemigo el hacernos creer que la gracia nos libera para transgredir la ley de Dios, o como muchos piensan que los que obedecen los preceptos divinos han sido destituidos de la gracia divina. La rectitud es consecuencia de mi encuentro diario con Jesús, y me encuentro diario con Jesús es la santificación. Elena de White escribió: "No siempre nos damos cuenta que la santificación, que tan fervorosamente deseamos y por la cual oramos tan fervientemente, se produce mediante la verdad, y por la providencia de Dios, como menos lo esperamos" (Alza tus ojos, p. 107).
Finalmente, la Palabra de Dios nos anima a buscar la belleza. Aunque el texto bíblico no lo dice en esas palabras, sino dice que Salomón procuró "hallar palabras agradables". Es decir, él quería expresar sus pensamientos de un modo agradable, con belleza literaria. El quería que la presentación de la verdad sea hecha del modo más hermoso posible. Esa búsqueda de la belleza es común para todo ser humano, no nos debe extrañar entonces que la industria de la belleza sea una de las más poderosas. El problema es que el ser humano busca la belleza como un fin en sí misma, una belleza separada de la verdad y la rectitud. Queremos una hermosura exterior, pero no nos atrae mucho la belleza interior. Ahora bien, la belleza exterior es agradable pero no dura mucho, de allí el éxito de la industria de cosméticos. Pronto se necesitan más cremas, colores y enfeites. El precioso peinado usado en una reunión social quedó reducido a escombros al día siguiente. Entonces se empieza todo de nuevo, y lo que siempre se está empezando nunca llega a realizarse por completo. La belleza interior, en cambio, es duradera. Cuando Cristo está en el corazón y obramos con rectitud somos poseedores de una belleza interior que nadie nos podrá arrebatar. Lo maravilloso es que esa belleza interior se vera reflejada en una genuina belleza exterior.

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